Un instante más viendo la vida de G98
Publicado: Mié Oct 16, 2013 2:09 am
Hola mundo, soy G98.
En esta ocasión, como en muchas otras, hablaré de mí; como parte de las pruebas de que soy humano.
Todo esto comenzó hace algunos días. Decidí escribir un libro, una novela, una historia. En este momento debo destacar lo maravilloso que se siente tener el control del mundo, por lo menos del mundo en el cuál uno escribe, poder decidir sobre la vida o la muerte de tus personajes, es indescriptible.
Como decía, hace algunos días cuando comenzé un nuevo proyecto, me dí cuenta de un único problema. Ya no se me ocurría nada nuevo; pasé los últimos años escribiendo aventuras espaciales, historias de amor, crónicas de exploradores colonizadores, magia... en pocas palabras, ya no tenía creatividad; decidí firmemente inventar nuevos protagonistas, una nueva trama.
Pero tras desperdiciar hojas y hojas (sí, aún escribo en papel), me dije a mi mismo ¿por qué no crear un personaje basado en mi vida?, y eso me llevó a evocar todo mi pasado.
Tendría que recuperar cada recuerdo de mi vida, sintetizarlo y expresarlo con la pluma. Cielos, tener que reflexionar sobre uno mismo es una tarea extensa.
Comenzé con los más remotos recuerdos de mi niñez; cuando el mundo era de caramelo, cuando tenía lo que quería, lo que pedía, lo que necesitaba.
Pensar que un día tuve una familia me trajo de inmediato una tristeza superior a todas las tristezas antes vividas; recordé cosas de cuando tenía 3 años, me vi a mismo en una motocicleta con mi padre (moto que años después traería una tragedia a mi vida), me vi a mi mismo en lo que un día fue mi casa, recordé a muchos de mis juguetes, los cuáles tendría que abandonar luego de poco tiempo.
Por muy memorable que haya sido la película de mi infancia, no cambia el hecho de que los eventos ocurridos, pertenezcan al pasado.
Pronto me dí cuenta de que si quería recordar unos 16 años con todo detalle, debía revivir esos momentos, esas emociones.
Escapé de casa, buscando un lugar apartado, así corrieran mil alarmas sobre mí, estaba decidido a terminar lo que comenzé.
Recogí algunos de los pocos objetos que aún conservo desde mi infancia, dos fotos, mi viejo reloj.
Una libreta y un lápiz me acompañaron, y cuando por fin me encontré a solas, en silencio, comprendí lo que el tiempo es capaz de hacer. Cualquiera se sorprendería al ver la inocencia de un niño de pocos años, sonriente, indiferente de lo que ocurría en la vida. Ese niño no pidió en ningún momento nacer, ni sería el culpable de los eventos futuros. Aún cuando todos digan lo contrario.
Más horrible que esta vida, es el hecho de no tener verdaderos amigos con quién compartirla. Es triste el hecho de que la gente sólo te busca cuando te necesita.
Regreso a mi niñez: recuerdo los primeros días de primaria, nadie tenía empatía para conmigo. Siempre fui el niño que sentaba atrás de la clase, jamás fui importante, mucho menos indispensable. Tardé sólo un minuto pensando para reconocer mis errores, y desear con todas mis fuerzas regresar en el tiempo.
Ciertamente no es cómodo aceptar mi vida como la víctima de la sociedad, de tantos recuerdos negativos, cuestiono la razón verdadera por la cuál sigo vivo. Según veo el universo se empaña en castigarme.
Buscando encontrar una nueva inspiración, reviví dolores del pasado. Nadie se imagina en mi lugar, nadie comprende lo que he sentido.
Pasé todos esos años buscando armonía, no encontré más que sufrimiento.
Aún estaba en primaria cuando la vida empezó a dificultarse. Nunca fui bueno en deportes, eso, añadido al hecho de ser diferente, me dio la reputación del tonto. Ese del que todos se aprovechan. Poco a poco, me fui viendo inmerso en una situación cada vez más dificultosa.
Todos en algún momento de nuestras vidas tuvimos sueños, yo los vi desmoronarse. Jamás pensé que un accidente de transito pudiese dar un giro inesperado a mi vida.
Nunca pensé estar en un tribunal y comenzar conflictos legales de tan pequeño.
Supongo que todos tenemos heridas y frustraciones de infancia, pero a veces la vida se encapricha con ciertos individuos.
Literalmente vivo traumado, a causa de la desdicha que viví en mi niñez. Recordar para evocar mi pasado no sirvió para lo que esperaba, pero ciertamente me hizo reflexionar sobre mi vida, mis acciones, los desafíos y desgracias del día a día.
Trato de pensar como el niño feliz que un día fui, no lo logro. Porque sé que mientras esté vivo, mi desdicha me acompañará; hasta el día de mi solitaria muerte. Durante mi existencia he soportado indiferencia y soledad. Poco he reído. Poco he vivido.
En todos esos años fui verdaderamente ingenuo, al actuar con optimismo, pensando que pronto todo mejoraría. Pero a medida que iba creciendo, comprendí la vida. Cuantas noches lloré por no tener una verdadera familia, por carecer de amigos, por no tener más una casa. Llegué a lamentar mi existencia, incluso, aún lo hago.
Dentro de mí aún vive ese niño lastimado, temeroso de ser avergonzado, con esa tristeza inmensa, una culpa incargable, y una vida de penumbra.
Ese espíritu infantil aún se libera sin yo querer, eso sólo me trae más sufrimiento y llanto porque en verdad es inevitable. Quizás indagar mi pasado no haya sido buena idea después de todo.
En la escuela, todo fue abusos. Profesores y alumnos, todos de acuerdo con una sola cosa: ir en contra mía. Destruirme por dentro. Mucho de eso aún perdura hasta en día de hoy, algo indignante.
Las familias sustitutas jamás se equiparan con una verdadera, es doloroso tener que vivir escuchando: "callate la boca", "hemos sacrificado tanto por vos", "no sos más que un estorbo". Que contraproducente resulta la justicia en la Tierra, no sólo es ciega sino que también sorda. Y pensar en un futuro no resulta esperanzador, teniendo en cuenta mi pasado.
Pronto llegué a la secundaria, todo empeoró drásticamente, sin advertencia. Me encontré con personas que sólo viven para hacer sufrir a los demás, me han dejado encerrado en el baño, me han robado frente a mis narices sin poder yo hacer nada. Y cada intento era nulo, pues venía acompañado del castigo de llevar la contraria. Recalco, la vida a veces se empeña en hacer sufrir a los desdichados miserables.
16 años, promedio de vida en mi país: 71 años. Años de sufrimiento restantes: 55.
Y llegué a todo esto por buscar un nuevo libro, por fin comprendí, no necesito más libro, que mi propia vida.
Suerte gente.
En esta ocasión, como en muchas otras, hablaré de mí; como parte de las pruebas de que soy humano.
Todo esto comenzó hace algunos días. Decidí escribir un libro, una novela, una historia. En este momento debo destacar lo maravilloso que se siente tener el control del mundo, por lo menos del mundo en el cuál uno escribe, poder decidir sobre la vida o la muerte de tus personajes, es indescriptible.
Como decía, hace algunos días cuando comenzé un nuevo proyecto, me dí cuenta de un único problema. Ya no se me ocurría nada nuevo; pasé los últimos años escribiendo aventuras espaciales, historias de amor, crónicas de exploradores colonizadores, magia... en pocas palabras, ya no tenía creatividad; decidí firmemente inventar nuevos protagonistas, una nueva trama.
Pero tras desperdiciar hojas y hojas (sí, aún escribo en papel), me dije a mi mismo ¿por qué no crear un personaje basado en mi vida?, y eso me llevó a evocar todo mi pasado.
Tendría que recuperar cada recuerdo de mi vida, sintetizarlo y expresarlo con la pluma. Cielos, tener que reflexionar sobre uno mismo es una tarea extensa.
Comenzé con los más remotos recuerdos de mi niñez; cuando el mundo era de caramelo, cuando tenía lo que quería, lo que pedía, lo que necesitaba.
Pensar que un día tuve una familia me trajo de inmediato una tristeza superior a todas las tristezas antes vividas; recordé cosas de cuando tenía 3 años, me vi a mismo en una motocicleta con mi padre (moto que años después traería una tragedia a mi vida), me vi a mi mismo en lo que un día fue mi casa, recordé a muchos de mis juguetes, los cuáles tendría que abandonar luego de poco tiempo.
Por muy memorable que haya sido la película de mi infancia, no cambia el hecho de que los eventos ocurridos, pertenezcan al pasado.
Pronto me dí cuenta de que si quería recordar unos 16 años con todo detalle, debía revivir esos momentos, esas emociones.
Escapé de casa, buscando un lugar apartado, así corrieran mil alarmas sobre mí, estaba decidido a terminar lo que comenzé.
Recogí algunos de los pocos objetos que aún conservo desde mi infancia, dos fotos, mi viejo reloj.
Una libreta y un lápiz me acompañaron, y cuando por fin me encontré a solas, en silencio, comprendí lo que el tiempo es capaz de hacer. Cualquiera se sorprendería al ver la inocencia de un niño de pocos años, sonriente, indiferente de lo que ocurría en la vida. Ese niño no pidió en ningún momento nacer, ni sería el culpable de los eventos futuros. Aún cuando todos digan lo contrario.
Más horrible que esta vida, es el hecho de no tener verdaderos amigos con quién compartirla. Es triste el hecho de que la gente sólo te busca cuando te necesita.
Regreso a mi niñez: recuerdo los primeros días de primaria, nadie tenía empatía para conmigo. Siempre fui el niño que sentaba atrás de la clase, jamás fui importante, mucho menos indispensable. Tardé sólo un minuto pensando para reconocer mis errores, y desear con todas mis fuerzas regresar en el tiempo.
Ciertamente no es cómodo aceptar mi vida como la víctima de la sociedad, de tantos recuerdos negativos, cuestiono la razón verdadera por la cuál sigo vivo. Según veo el universo se empaña en castigarme.
Buscando encontrar una nueva inspiración, reviví dolores del pasado. Nadie se imagina en mi lugar, nadie comprende lo que he sentido.
Pasé todos esos años buscando armonía, no encontré más que sufrimiento.
Aún estaba en primaria cuando la vida empezó a dificultarse. Nunca fui bueno en deportes, eso, añadido al hecho de ser diferente, me dio la reputación del tonto. Ese del que todos se aprovechan. Poco a poco, me fui viendo inmerso en una situación cada vez más dificultosa.
Todos en algún momento de nuestras vidas tuvimos sueños, yo los vi desmoronarse. Jamás pensé que un accidente de transito pudiese dar un giro inesperado a mi vida.
Nunca pensé estar en un tribunal y comenzar conflictos legales de tan pequeño.
Supongo que todos tenemos heridas y frustraciones de infancia, pero a veces la vida se encapricha con ciertos individuos.
Literalmente vivo traumado, a causa de la desdicha que viví en mi niñez. Recordar para evocar mi pasado no sirvió para lo que esperaba, pero ciertamente me hizo reflexionar sobre mi vida, mis acciones, los desafíos y desgracias del día a día.
Trato de pensar como el niño feliz que un día fui, no lo logro. Porque sé que mientras esté vivo, mi desdicha me acompañará; hasta el día de mi solitaria muerte. Durante mi existencia he soportado indiferencia y soledad. Poco he reído. Poco he vivido.
En todos esos años fui verdaderamente ingenuo, al actuar con optimismo, pensando que pronto todo mejoraría. Pero a medida que iba creciendo, comprendí la vida. Cuantas noches lloré por no tener una verdadera familia, por carecer de amigos, por no tener más una casa. Llegué a lamentar mi existencia, incluso, aún lo hago.
Dentro de mí aún vive ese niño lastimado, temeroso de ser avergonzado, con esa tristeza inmensa, una culpa incargable, y una vida de penumbra.
Ese espíritu infantil aún se libera sin yo querer, eso sólo me trae más sufrimiento y llanto porque en verdad es inevitable. Quizás indagar mi pasado no haya sido buena idea después de todo.
En la escuela, todo fue abusos. Profesores y alumnos, todos de acuerdo con una sola cosa: ir en contra mía. Destruirme por dentro. Mucho de eso aún perdura hasta en día de hoy, algo indignante.
Las familias sustitutas jamás se equiparan con una verdadera, es doloroso tener que vivir escuchando: "callate la boca", "hemos sacrificado tanto por vos", "no sos más que un estorbo". Que contraproducente resulta la justicia en la Tierra, no sólo es ciega sino que también sorda. Y pensar en un futuro no resulta esperanzador, teniendo en cuenta mi pasado.
Pronto llegué a la secundaria, todo empeoró drásticamente, sin advertencia. Me encontré con personas que sólo viven para hacer sufrir a los demás, me han dejado encerrado en el baño, me han robado frente a mis narices sin poder yo hacer nada. Y cada intento era nulo, pues venía acompañado del castigo de llevar la contraria. Recalco, la vida a veces se empeña en hacer sufrir a los desdichados miserables.
16 años, promedio de vida en mi país: 71 años. Años de sufrimiento restantes: 55.
Y llegué a todo esto por buscar un nuevo libro, por fin comprendí, no necesito más libro, que mi propia vida.
Suerte gente.
